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Aplicación de las normas: de nada sirven si no se aplican y
para la aplicación de las normas, es necesario que haya el
correspondiente sistema de control y seguimiento. Sistema
de Inspección de Trabajo por un lado, pero también sistemas
bipartitos en el caso de los sectores y empresas, que faciliten la
aplicación de la norma, que vigilen y ayuden a su aplicación en
la empresa.
Y todo ello requiere de diálogo social, desde la elaboración de la
norma hasta su aplicación.
El organismo encargado por la comunidad internacional
dentro del sistema de Naciones Unidas para hacer las normas
internacionales del trabajo, es la OIT que es una organización
tripartita compuesta por gobiernos y representantes de los
empleadores y de los trabajadores. Así pues adopción de las
normas internacionales requiere el acuerdo por las tres partes.
Sin diálogo social las normas o no salen o salen defectuosas.
Alrededor de estas tres medidas –normas, aplicación, diálogo-
hay muchas más, conocimiento técnico, voluntad política,
coordinación entre administraciones... y por supuesto disponer
de un sistema de aseguramiento que aborde los accidentes y
las enfermedades, incluida su prevención, de manera efectiva y
eficiente.
¿Cree usted que se podrían evitar terribles
accidentes, como el de Rana Plaza en
Bangladesh?
Por supuesto. La gran mayoría de los accidentes de trabajo son
evitables. Si se siguieran las normas internacionales y nacionales
sobre seguridad y salud en el trabajo, la gran mayoría de los
accidentes graves y mortales, no tendrían por qué suceder. Y si
miramos los estudios al respecto, veremos que detrás de cada uno
de los accidentes mortales ocurridos, hubo no un incumplimiento
de las normas, sino varios. Eso muestra que la mayoría de los
accidentes no tendrían porque producirse.
Esta consideración sobre la evitabilidad de los accidentes es
muy importante porque permite resultados. El caso de España
ha sido espectacular, en apenas quince años desde la entrada
en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y todo
el sistema preventivo que se puso en marcha después, se
consiguieron reducir por tres los accidentes mortales, pasando
de una tasa de doce muertes por cien mil, similar a la de los
países en desarrollo, a una tasa que rondará las cuatro por cien
mil, equiparable a la de los países europeos. Esto significaba que,
de cada cuatro trabajadores que morían, tres se podían haber
evitado. Las muertes en el trabajo no son una maldición bíblica,
son el resultado de un incumplimiento de unas normas. Tampoco
son la consecuencia de la falta de normas o del desconocimiento,
eso podría pasar antes, ahora ya no. Es el fruto de la no aplicación
de unas reglas y un conocimiento preventivo que se tiene y por lo
tanto hay una responsabilidad detrás y esta se tiene que asumir
con todas sus consecuencias.
La incidencia de accidentes en España se ha
reducido notablemente. ¿Llegará un día en el
que dicha incidencia sea ínfima?
Efectivamente, sigue habiendo diez muertes semanales y se
puede seguir reduciendo y habrá que abordar con valentía la
situación en todos los sectores para lograrlo.
Por poner un ejemplo, hay un sector que sigue acumulando
muchísimos accidentes y la reducción está resultando más difícil.
Es el caso del transporte y de los accidentes de tráfico tanto in
itinere como in misión. En estos casos se maneja una máquina de
especial riesgo –el vehículo- que si ésta estuviera en un lugar de
trabajo, tendría unas normas preventivas excepcionales. Imagínese
una máquina en un lugar de trabajo, en la que unos segundos de
distracción pudieran significar la muerte del operario y de algunos