La Prevención de los Riesgos Laborales desde Roma hasta la España actual

2. ASPECTOS GENERALES SOBRE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PREVENCIÓN DE LOS RIESGOS LABORALES. 166 ergonomía. Estos y otros casos que podrían citarse, dan cuenta de la interrelación entre las distintas disciplinas, de la complejidad de los tratamientos preventivos y de la necesidad de llevar a cabo una acción coordinada. Así, el enfoque que se aplica hoy a los aspectos Preventivo-Laborales es global y solidario, lo que ha dado en llamarse ― la Integración de la Prevención ‖ o la ― prevención integral ‖, de manera que las actuaciones finales que se lleven a cabo, tengan en consideración tanto el conjunto de los riesgos presentes en el entorno laboral, como las distintas circunstancias que rodean a la actividad que se desarrolla y que influyen en la presencia de estos riesgos, y todo ello a través de la implantación de un Sistema de Gestión, capaz de integrar estas circunstancias, coordinarlas y controlarlas. Asimismo debe indicarse, que si bien todo el sistema pivota sobre un conjunto de planteamientos científico-técnicos y por lo tanto el trabajo de los especialistas en cada una de las áreas es esencial, precisando de una preparación al más alto nivel y de una continua puesta al día, su correcta implantación es inviable sin el establecimiento de una verdadera ― Cultura Preventiva ‖, y sin la implicación real ni la asunción efectiva de las responsabilidades que competen a cada uno de los actores, que son los protagonistas directos en todo el proceso: Los empleadores y los trabajadores. Así debe indicarse, que la importante labor que desempeñan los especialistas, a la hora de establecer directrices y marcar pautas y criterios de actuación, es eminentemente asesora y sin capacidad ejecutiva directa, estando sometidos únicamente a la responsabilidad que se deriva de su labor técnica. Por lo tanto, la puesta en práctica de forma efectiva de los mecanismos diseñados, depende casi en exclusividad de los dos actores citados con anterioridad, de manera que puede decirse, que no es posible una acción preventiva, sin que los empleadores pongan a disposición los recursos necesarios, marquen las directrices y establezcan los procedimientos de gestión. Que tampoco es posible sin la implicación de los directivos y de los mandos intermedios, en el control del cumplimiento de las Buenas Prácticas recogidas en los procedimientos, tanto de forma personal como exigiéndolo a aquellos que se encuentran a su cargo. Pero que es impensable sin la colaboración efectiva y directa de los trabajadores.

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