La Prevención de los Riesgos Laborales desde Roma hasta la España actual

2. ASPECTOS GENERALES SOBRE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PREVENCIÓN DE LOS RIESGOS LABORALES. 140 ese momento, provocando además una inestabilidad que quebró el entorno familiar con consecuencias desastrosas. En este periodo las mujeres y los niños, eran considerados como una fuente de mano de obra barata, por los dueños de fábricas, ya que tenían un salario muy inferior al de los hombres, a pesar de que trabajaban entre 12 y 14 horas diarias, en las mismas condiciones y sin apenas descanso. El entorno de trabajo en el que se desenvolvían hombres, mujeres y niños, estaba pensado sólo para la producción. Es decir, en el diseño tanto del entorno como de las máquinas, apenas se tenían en cuenta los riesgos, ni para las personas que las utilizaban, ni para las que transitaban alrededor. Esto provocaba gran número de enfermedades y accidentes, debidos en gran medida a la falta de protección de las partes móviles de las máquinas, así como al manejo de elementos pesados y a la exposición a sustancias químicas. Debe tenerse en cuenta, además, que no existía ninguna clase de compensación por enfermedad o por accidente, por lo que cuando un trabajador sufría una incapacidad y perdía su trabajo, perdía al mismo tiempo su capacidad de subsistencia. De todo lo anterior se desprende, que el sistema productivo se asentaba, sobre la base de unas jornadas de trabajo enormemente largas, con unas condiciones insalubres y de inseguridad. Muchos de los obreros que operaban en las máquinas, carecían de formación para este cometido, por lo que esta incapacidad provocaba grandes accidentes y mutilaciones. A todo esto se unía un sistema represivo de obediencia absoluta de los trabajadores y de controles férreos de la puntualidad y de la dedicación a un trabajo enormemente fatigoso y repetitivo. Al mismo tiempo, los productos químicos y los vapores resultantes de los procesos, se expandían libremente, lo que provocaba unos niveles altos de toxicidad en el ambiente, que se traducían en enfermedades crónicas para los trabajadores e incluso en la aparición de esterilidad en las mujeres. Como consecuencia de esta situación, surgieron las primeras movilizaciones obreras, exigiendo mejoras en las condiciones de trabajo. Las primeras revueltas aparecen en el año 1802, en Manchester (Reino Unido). Más adelante, el reconocimiento del derecho obrero a la asociación en diversos países, tales como el Reino Unido en el año 1824, Italia en el año 1864, Francia en el año 1884 y España en el año 1887, entre otros, hicieron que las reivindicaciones sobre la mejora de condiciones de trabajo, incluyendo

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